Hoy martes me
estaban esperando en la oficina.
Justo por encima de la entrada me esperaban una preciosa
pareja de golondrinas dáuricas. Tan tranquilitas se arreglaban el
plumaje mientras se contestaban coquetamente un “rip- rip”, una a
otra, sin cesar. El año pasado también pasaron a saludarme. En esa
ocasión llegaron incluso, atrevidas ellas, a entran a la habitación
dando unas vueltas antes de salirse. Seguramente no les termino de
convencer el sitio para alojar su casa. Igual que a mi.
Días como este da gusto ir al trabajo.